Hace mucho que no reseñaba un
libro y esto fue porque había estado leyendo un mamotreto gigante (de dos
tomos, hoja grande, letra pequeña, de 800 y 500 páginas respectivamente), que
me tomó tres meses terminar.
Se trata de uno de los compendios
que forman parte de la colección The
Great Books of The Western World, de la Enciclopedia Británica. Ya
les he hablado de esta grandiosa colección, que data de mediados del siglo
XX y cuyo propósito era poner al alcance del mayor número de personas posible
las grandes obras del pensamiento occidental. Además de los 54 tomos
principales, la colección incluye 10 libros que sirven como guía de lectura y
otros 10 volúmenes que contienen obras menores.
De éstos, los números 6 y 7 se
llaman Man and Society y contienen
ensayos o fragmentos seleccionados de textos más largos que tratan de la vida
del ser humano en la sociedad. Los temas en realidad son muy variados:
historia, historiografía, biografía, educación, divulgación del conocimiento,
cultura, política, economía, psicología y crítica social. Como leer la obra de
Bertrand Russell Historia
de la filosofía occidental me dejó con ganas de conocer más sobre la
evolución del pensamiento en nuestro hemisferio, me decidí a chutarme los dos
tomos.
La lista de autores es
impresionante: John Stuart Mill, Mark Twain, Jean de La Bruyère, Thomas
Carlyle, Ralph Waldo Emerson, Nathaniel Hawthorne, Walt Whitman, Virgina Woolf,
Xenofonte, Plinio, Tácito, Luciano de Samosata, William H. Prescott, Haniel
Long, François Guizot, John Bagnell Bury, Jean de Crevecour, Henry Adams,
Thomas Paine, George Washington, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin, Alexis de
Tocqueville, Henry David Thoreau, Abraham Lincoln, Francis Bacon, Jonathan
Swift, David Hume, Plutarco, Robert Louis Stevenson, John Ruskin, William
James, Arthur Schopenhauer, Michael Faraday, Edmund Burke, John C. Calhoun,
Thomas Babington Macaulay, Voltaire, Dante Alighieri, Jean-Jacques Rousseau,
Immanuel Kant, Karl von Clausewitz y Thomas Robert Malthus, además de
documentos importantes como la Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. [Pueden checar
el índice de la colección completa aquí]
Habrán notado dos enormes
deficiencias en este índice de autores. Primero, es terriblemente
androcentrista; la única mujer es Virgina Woolf y su texto trata de algo no tan
relevante que digamos (el arte de escribir biografías). Así de botepronto se me
ocurren algunos nombres que bien podrían haber formado parte de este currículo:
Mary Wollstonecraft, Jane Austen, Susan B. Anthony y Emma Goldman. De hecho, el
androcentrismo es un problema de la colección en su totalidad.
El otro defecto es su
anglocentrismo: la mayoría de los autores son británicos o estadounidenses. Los
que no lo son, son en su mayoría de la Antigüedad grecolatina, más algunos
franceses, alemanes y un italiano. Muchos de los franceses, además, tratan de
Inglaterra o de Estados Unidos. Supongo que esto es de esperarse de una
colección que fue concebida en la primera mitad del siglo pasado y que estaba
pensada para un público anglosajón. Aún así, me parece difícil justificar la
presencia de textos de autores hoy poco conocidos y de temas poco relevantes o
redundantes y la ausencia de otros clásicos del pensamiento social y político. Por
ejemplo, para tratar de la conquista española de México y de la expedición de
Alvar Núñez Cabeza de Vaca, los editores escogieron a sendos autores
anglosajones. ¡Existiendo las crónicas de conquista de primera mano! Qué forma
de desperdiciar la oportunidad de darle un espacio a los escritores hispánicos
(el único en toda la colección es Cervantes).
Un defecto más es que tratándose
de pensamiento político la colección tiende fuertemente a favorecer el
liberalismo anglosajón. El Capital de
Marx está entre los 54 libros principales, pero algunos de sus textos breves
bien podrían haber cabido aquí; Nietszche y Bakunin están por completo
ausentes. En conclusión, hay algunos autores y textos que yo sacaría sin pena
para meter a más mujeres, más autores de otras nacionalidades y más puntos de vista
diferentes al liberalismo.
Esto no quita que la colección en
general sea excelente y que casi esté sin desperdicio. Revisar estos textos
realmente me ha hecho aprender, reflexionar y echar a correr al hámster. Me
gustaría reseñalos uno por uno, pero me da flojera escribir tanto y a ustedes
les daría flojera leerlo. Por eso, mejor opté por seleccionar los 10 que más me
impactaron y escribir una breve semblanza sobre cada uno.
Pongo los títulos en inglés tal
como aparecen en la colección. Cuando se pudo, añadí un enlace a cada texto en
su idioma original o en español.
Childhood and Youth
de John Stuart Mill
de John Stuart Mill
Es un fragmento de la
autobiografía del filósofo liberal inglés John Stuart Mill. El texto se concentra
en la educación recibida por el pequeño John desde que tuvo memoria; su
principal interés es su formación intelectual y deja de lado cualquier otro
aspecto de su vida. El padre de John, el filósofo James Mill, estaba decidido a
convertir a su hijo en una eminencia, aplicando en él todas sus teorías con
respecto a la educación.
Aislado de los otros niños de su
edad, Mill se educó en casa, leyendo las grandes obras del pensamiento griego y
latino (pero sobre todo del primero), escribiendo composiciones al respecto y
sosteniendo largas conversaciones con su padre. Mill hace énfasis en haber sido
educado no para memorizar, sino para comprender, analizar y dialogar, y dice
que de toda su educación lo más valioso fue su entrenamiento en lógica, que
desarrolló su capacidad para desmenuzar un discurso o incluso todo un sistema
de pensamiento (ajeno o propio) y descubrir sus debilidades e incongruencias.
En un pasaje muy interesante,
Mill habla del desarrollo de las ideas religiosas de su padre, que rechazaba el
cristianismo por principios morales, pues consideraba que un Dios perfecto y
amoroso no habría podido crear un infierno. James Mill optó por el deísmo, una
postura compartida por otros hombres ilustres de su época.
Algo que llama la atención es que
la relación de John Stuart Mill con su padre parece haber sido muy cordial y
respetuosa, pero para nada afectiva. John le debe a su señor una gran
admiración, fidelidad y gratitud, pero admite no sentir por él lo que se llama
cariño. El componente emocional, así como el físico y el vital, estuvieron
ausentes de la formación de John Stuart Mill en sus primeros años; luego se
liberaría y emprendería su propio camino autodidacta. Lo cierto es que los
métodos de James Mill formaron la mente de uno de los pensadores políticos más
importantes de la historia.
Learning the River
de Mark Twain
de Mark Twain
Es parte de Life on the Mississippi, el relato autobiográfico del autor. En
esta selección de algunos de los primeros capítulos del libro, Samuel Langhorne
Clemens (nombre real de Mark Twain) narra sus años de aprendiz de piloto de un
barco de vapor que navegaba por el río Mississippi. El autor mismo dice que era
el sueño dorado de todo muchachito de su pueblo natal, Hannibal, Missouri.
Está claro por qué los editores
de la colección pusieron este texto justo después del de Mill: son relatos
autobiográficos sobre la educación de un joven. Pero si la educación de Mill
había girado en torno a los libros y a la conversación con notorios
intelectuales, la de Twain se centra en la práctica y la experiencia vital. El
joven Samuel aprende el oficio (“la ciencia”, le llama) de piloto siendo
aprendiz del diestro Mr. Bixby, acompañando al experimentado navegante por sus viajes a lo largo del Mississippi, desde
Nueva Orleans hasta San Luis.
Es impresionante el nivel de
conocimientos que se requerían para ser un piloto y que sólo podían ser
adquiridos de manera empírica. Un piloto tenía que conocer de memoria todo el
río, con sus curvas, bancos, orillas y arrecifes; saber navegarlo río abajo o a
contracorriente, de día o de noche, en invierno o verano; identificar cuándo su
caudal está más alto y cuándo más bajo; “leer” el agua para entender lo que
viene delante…
A menudo aquellos de nosotros que
hemos recibido una educación más bien libresca, fallamos en comprender cuán
valioso es el conocimiento de la gente práctica y cuán difícil es de adquirir.
Las capacidades de memoria, análisis y decisión rápida requeridas por un piloto
no son las que pueda tener cualquier persona. Poner este texto junto al de John
Stuart Mill fue una gran idea, pues la lectura de ambos produce el tipo de
contraste que desencadena una serie de reflexiones muy importantes sobre la
educación y la vida.
The Hero as King
de Thomas Carlyle
de Thomas Carlyle
Es un capítulo de la obra de
Carlyle sobre los héroes, pues consideraba que los grandes hombres con el principal
motor de la historia. En particular se refiere al héroe como rey, como
autoridad absoluta, como el dirigente de hombres y naciones, al que todos le
deben dar su obediencia; su ejemplo primordial es Oliver Cromwell.
Es un texto típicamente
romántico. El decimonónico Carlyle rechaza al siglo XVIII y a la Ilustración,
que con su escepticismo e incredulidad había reducido la concepción del mundo a
una “máquina de vapor”; él en cambio ve en todo lo que existe una fuerza
mística, una Verdad que sólo a algunos iluminados le puede ser revelada. Su
estilo es grandilocuente e hiperbólico, lleno de metáforas y con signos de
admiración por todas partes.
Exige que los pequeños hombres
sometan su voluntad a la de los grandes. Rechaza la reflexión racional, la
lógica, la discusión parlamentaria y el constitucionalismo. El héroe, como rey,
sabe lo que tiene que hacer, conoce la Verdad por encima de las apariencias y
va directamente hacia ella, sin necesidad de detenerse para meditaciones ni
razonamientos, sin limitarse por leyes ni constituciones. El héroe sólo puede
ser juzgado por Dios.
Es fácil ver cómo a partir de
esta forma de pensar se puede justificar cualquier tiranía y despotismo. El déspota
es un gran hombre guiado por una voluntad indoblegable y comprensión superior
del mundo: si sus acciones nos parecen injustas, es porque somos hombres
pequeños. Podemos ver cómo de aquí
provienen las ideas de Nietszche sobre el übermensch
y las bases ideológicas del nazismo.
Pero no sólo la ultraderecha bebe
de pensamientos como el de Carlyle. En lo personal, me recordó mucho a esa
izquierda que practica un alarmante culto a la personalidad, que los lleva a
defender a dictadores, bajo el argumento de que, como grandes hombres que eran,
debían tomar los destinos de las naciones en sus manos, sin importar si se
aplasta la democracia o las libertades civiles (preocupaciones de hombres
pequeños), para llevar a cabo una misión superior: la Utopía. Los mismos
argumentos que usa Carlyle para defender a Cromwell bien pueden ser usados para
hacer apología de Hitler o de Stalin, de Pinochet o de Fidel Castro.
Observations on American Life and
Governmet
de Alexis de Tocqueville
de Alexis de Tocqueville
Son capítulos selectos de la
magna obra de Tocqueville, La democracia
en América. Es de un enorme interés y me dejó con ganas de leer la obra
completa. Lo primero que llamó mi atención fue que Tocqueville muestra la
visión que sobre la democracia se tenía en Europa en aquel tiempo: se le
consideraba como un sistema de gobierno que sólo podría traer anarquía y
miseria. El agudo autor demuestra que esto es falso al describir a la sociedad
y el gobierno de la primera democracia del mundo moderno.
En una democracia como la
americana, nos dice el autor, habrá menos esplendor que en los palacios de la
aristocracia, también habrá una miseria menos frecuente; los placeres del
entretenimiento serán menos excesivos, pero el confort será general; las
ciencias serán menos cultivadas, pero la ignorancia será menos común; habrá más
vicios, pero menos crímenes. En suma, los contrastes excesivos que se
observaban en las aristocracias europeas serían inexistentes en la democracia
americana.
Las críticas contemporáneas
contra la democracia como forma de gobierno se dejan ver de dos formas: en las
apologías que hace Tocqueville, en que por necesidad tiene que mencionar lo que
otros pensadores opinan de la democracia, y en los defectos que el autor se ve
obligado a admitir que tiene. De un lado encontramos la propensión al caos y a
la injusticia; del otro, la falta de gloria y esplendor para la nación
demócrata. Ambas críticas me recuerdan mucho a lo que hoy por hoy se dice del
socialismo.
Son muchos temas los que aborda
el francés, que van desde las leyes sobre la herencia, pasando por la libertad
de prensa y hasta llegar a las relaciones familiares, pero en todos se puede
ver su inquietud principal: cómo la democracia transforma la sociedad de una
forma inédita en la historia del mundo.
Incluso las familias son
diferentes; al tener los padres menor autoridad sobre los hijos, su relación se
basa más en el respeto y el amor que en la obediencia. Entre los sexos, afirma,
se ha desarrollado una equidad admirable, no en el sentido de que ambos sean
exactamente iguales, sino en el de que cada uno es respetado y honrado dentro
de su esfera “natural” y correspondiente. Dice que esto hace a las mujeres más
independientes, virtuosas e inteligentes, aunque sin las gracias y encantos que
poseen las mujeres europeas (hay algo de lamento en esto).
Los americanos, dice, valoran la
igualdad sobre todas las cosas incluso a veces por encima de la libertad (ésta
es una queja que muchos libertarianos actuales sostienen todavía) y en su
igualitarismo desprecian a la aristocracia. El más sencillo comerciante puede
participar en el gobierno de su comunidad y la libertad de prensa no tiene
límites, incluso cuando se trata de atacar al presidente mismo (y cita un
párrafo nada halagüeño sobre Andrew Jackson que apareció en un diario local).
Me pregunto qué diría Tocqueville sobre en lo que se han convertido los Estados
Unidos hoy en día.
Civil Disobedience
de Henry David Thoreau
de Henry David Thoreau
Éste fue el texto del primer tomo
que más me impactó. Por supuesto que ya conocía de nombre esta obra, así como
su contenido general y su influencia en movimientos revolucionarios como el de
Gandhi o el de Martin Luther King. Me impactó y me hizo sentir mal conmigo
mismo porque he sido toda mi vida un tipo de palabras, y no de acciones, que es
la clase de individuo que se necesita para transformar la sociedad.
Thoreau no aboga por la
desaparición del gobierno, sino por la constitución de un mejor gobierno.
Descarta la frivolidad de quienes se quejan de los gravámenes a ciertos bienes
e importaciones; la ruptura con el estado no se da por nimiedades así. En
cambio, asegura que su negativa a pagar no tiene que ver con que rechace el
concepto en sí, sino a que sus principios y su consciencia le impiden sostener
y obedecer a un gobierno criminal. (También señala el absurdo de que un
gobierno exija impuestos para sostener a la Iglesia, pero no para financiar la
educación).
¿Cuáles eran los crímenes del
gobierno americano de entonces? Que permitía la esclavitud en su territorio y
que había hecho una guerra de conquista contra el vecino México. Thoreau afirma
que no se debe seguir una ley injusta ni colaborar con un gobierno criminal.
Rechaza a los reformistas que pueden opinar en contra de las leyes, pero no
dejan de seguirlas con la esperanza de cambiarlas, y que critican al gobierno
pero no rompen su alianza con éste. Considera necio quedarse a esperar que el
gobierno cambie gradualmente mientras se explota y asesina a miles de personas;
un hombre de consciencia simplemente no puede deberle ninguna lealtad a dicho
estado, sino romper con éste de inmediato y asumir las consecuencias, sea la
prisión o la muerte.
Retomo dos citas que ilustran su
pensamiento:
Si mil hombres dejaran de pagar sus impuestos este año, ésa no sería una medida violenta ni sangrienta, como sí lo sería pagarlos y con ello permitir al estado cometer violencia y derramar sangre inocente.
Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el lugar verdadero para un hombre justo es la prisión.
Thoreau sostiene que la
legitimidad de cualquier gobierno se encuentra en el consentimiento del
gobernado. Opina que la historia del paso de una monarquía absoluta a una
limitada, y de ésta a la democracia es un proceso progresivo hacia un respeto
verdadero por el individuo. Pero, advierte, la democracia de su tiempo no tiene
por qué ser la última mejoría posible, ni el último paso en el reconocimiento
de los derechos del hombre. Le gusta imaginar un estado que tratara con justicia
a todos los hombres y al individuo con respeto, que incluso respetara a los
individuos que quisieran vivir fuera del estado, sin meterse con él ni
recibirlo en su seno.
Of Refinement in the Arts
de David Hume
de David Hume
En este ensayo el filósofo escocés
trata del refinamiento de la sociedad en diferentes aspectos de la vida, no
solamente de las “bellas artes” en el sentido clasicista del término, sino de
todas las actividades humanas, incluyendo lo que llamaríamos artesanía, la
ciencia y la industria, todo lo cual produce fuentes de placer, e incluso lujo,
para individuos y sociedades.
Hume empieza haciendo una defensa
del lujo. Expone el punto de vista extremo, típico entre el ascetismo religioso
y el rigor de los conservadores, de que todo placer y todo lujo más allá de lo
estrictamente necesario para la supervivencia es pecaminoso y dañino para las
personas. Su opuesto sería el punto de vista de los hedonistas irrestrictos que
consideran la búsqueda del placer personal como el objetivo de la vida. Ante
estas dos posturas, Hume sostiene que ningún placer, por sensual que sea, puede
ser negativo en sí mismo, y que los lujos sólo son viciosos cuando quien los
practica olvida sus obligaciones hacia su persona, su familia y la sociedad en
la que vive.
Por otro lado, el refinamiento en
los diferentes aspectos de la vida trae buenas consecuencias para la sociedad,
pues estimula la industria y el trabajo, mejor los modales de las personas,
hace que el conocimiento científico se desarrolle y avance, y produce épocas de
esplendor artístico para las civilizaciones.
Uno de los puntos más
interesantes del ensayo de Hume es su insistencia en que el refinamiento de las
actividades humanas debe darse de forma generalizada: no se puede esperar que
una sociedad dé a luz a grandes poetas, filósofos, políticos y generales si no
tiene hábiles tejedores y carpinteros; ni se puede esperar que una sociedad
produzca buenas piezas de tela sino ha desarrollado sus conocimientos en
astronomía. Para Hume, todo está conectado.
En este ensayo se pueden detectar
las bases ideológicas del liberalismo del cual Hume es uno de los principales exponentes,
y cuyos principios serían en el futuro usados como defensa del orden
capitalista. Rechaza la noción de que la virtud esté vinculada a la austeridad
y la privación, mientras defiende que la búsqueda del placer y las comodidades
materiales es un objetivo legítimo, que además puede ser benéfico para una
nación. Me quedo con su idea de que para mejorar una sociedad se deben refinar
todas las actividades y difundir el amor por las artes y las ciencias entre
todos sus miembros.
On a Certain Blindness in Human
Beings
de William James
de William James
Éste es uno de los ensayos que
más me impactaron, no sólo por el tema y la forma en la que está expuesto, sino
porque el estilo de James me pareció muy agradable, claro, preciso y que invita
a seguir leyendo. Un excelente ejemplo de la buena ensayística.
James, un psicólogo con aptitudes
filosóficas, reflexiona sobre la ceguera natural de los seres humanos que nos
impide tener en consideración la forma en la que los demás ven el mundo.
Empieza por decirnos que nuestros juicios sobre todas las cosas, grades o
pequeñas, dependen de los sentimientos que esas cosas despiertan en nosotros, y
que si no tuviéramos ningún sentimiento al respecto, nos sería imposible juzgar
la importancia de unas cosas con respecto a otras. Nuestra ceguera, dice el
autor, consiste en ignorar los sentimientos de los otros seres, y por lo tanto
ser incapaces de comprender la importancia que las cosas pueden tener para
ellos.
Algunos de sus ejemplos favoritos
son tomados de las obras de ciertos poetas, los cuales son capaces de encontrar
un significado profundo en los aspectos más cotidianos de la vida, como cruzar
el río en ferry, o encontrarse solo durante unas horas en la naturaleza. Para la
sociedad moderna, obsesionada con la productividad, tales fascinaciones son
inútiles y ociosas, porque no pueden comprender la importancia que los poetas
ven en ellas. También nos cuenta del caso de un jefe tribal (no explica de
dónde) que se burló del excesivo esfuerzo de los “hombres civilizados”, que
nunca dejan de trabajar, de forma que el día no les rinde, pues nunca podrán
comprender el goce de no hacer nada ni
pensar en nada, que junto con el sueño es lo más cercano a la muerte y por
lo tanto a un estado de dicha.
William James rechaza esa noción
de “tristeza y vacío” de la vida como la definía Schopenhauer y señala que
quienes la sufren padecen de una incapacidad para encontrar significado en las
cosas. Pone por ejemplo quienes han sido privados de su libertad o padecen una
gran tragedia y entonces comienzan a apreciar el significado profundo de cosas
mundanas, como poder comer cuando se tiene hambre, poder beber cuando se tiene
sed y poder dormir cuando se tiene sueño.
“La ocasión y la experiencia”
dice James “no son nada. Todo depende de la capacidad del alma para ser
atrapada, para permitir que sus corrientes vitales sean absorbidas por lo que
le es dado”.
Este ensayo me impactó porque me
hizo repensar en mi propia actitud ante la vida (tiendo a ser melancólico y
quejumbroso). Definitivamente me ha dejado con ganas de leer más de William
James.
Observations on Mental Education
de Michael Faraday
de Michael Faraday
Este texto, tomado de una
conferencia del ilustre químico inglés, me gustó mucho porque es toda una
lección en pensamiento crítico, escepticismo y cómo funciona la ciencia.
Faraday empieza advirtiendo que
la sociedad de su tiempo tiene una grave deficiencia en cuanto a la educación
del intelecto, en particular respecto a la capacidad de hacer juicios
razonables. Las personas, nos dice, asumen que la educación termina en la niñez
y que con lo que aprendieron sobre asuntos ordinarios pueden juzgar sobre
cuestiones extraordinarias.
Señala también algunos fenómenos
que hoy conocemos bien gracias a las ciencias cognitivas: nuestra excesiva
confianza en lo que percibimos con los sentidos y nuestra tendencia a aceptar
todo lo que apoye nuestras creencias preestablecidas y a rechazar lo que las
contradiga. Asimismo, Faraday explica de manera sencilla algunos aspectos
fundamentales de la ciencia: su capacidad de autocorrección y la necesidad de
poner a prueba todas las hipótesis y de que lo que hace un científico sea
analizado por sus pares.
Para ejemplificar sus puntos,
Faraday aborda los temas sobrenaturales en boga entre la sociedad decimonónica:
el mesmerimo, los médiums, la clarividencia, las sesiones espiritistas, y en
particular los supuestos casos de las mesas que levitan. No objeta el hecho en
sí, pues se trata de algo que bien puede ser sujeto a prueba (aunque poco
prometedor); a lo que se opone es a la renuencia de sus defensores a que se
investigue, a su temeridad al hacer afirmaciones categóricas, a la credulidad
de los testigos, y a su tramposo intento de transferir la carga de la prueba hacia
los escépticos.
La ciencia avanza cometiendo
errores. Incluso quienes se equivocan dan con ello pasos en la marcha siempre
hacia adelante del conocimiento científico, y quienes los corrigen hacen
contribuciones invaluables. Faraday reta a los crédulos a responder cómo es que
tantos videntes y profetas han sido incapaces de aportar un solo conocimiento
útil a la humanidad (por qué, por ejemplo, no predijeron la invención de la
fotografía o el descubrimiento de nuevos metales).
En palabras del químico, “el
punto de la educación que consiste en enseñar a la mente a resistir sus propios
deseos e inclinaciones hasta que se demuestre que están en lo correcto es el
más importante de todos, no sólo en asuntos de ciencias, sino en todos los
aspectos de la vida diaria.” Además, en muchas ocasiones el buen uso de la
capacidad de razonamiento nos llevará a suspender cualquier conclusión, es
decir, admitir ignorancia.
Faraday, sin embargo, no cree que
esto se pueda aprender en la escuela, sino que debe ser adquirido de forma
autodidacta, algo con lo que desde luego estoy en desacuerdo. Creo que se puede
y se debe practicar en la escuela y que casi cualquier asignatura es buena para
ello, pero en especial lógica, filosofía y las ciencias.
English Men and Ideas
de Voltaire
de Voltaire
Fuera de los apartados que tratan
de la organización política de Inglaterra, los textos que más llamaron mi
atención fueron los dedicados a la ciencia como se estaba desarrollando en ese
país en tiempos del autor francés. En primer lugar se refiere a las vacunas
como un gran avance médico y hace de ellas una defensa tan elocuente y bien
sustentada que en la actualidad podría ser blandida contra los anti-vacunas (si éstos
pudieran ser convencidos por argumentos racionales).
Después habla de las aportaciones
de Sir Isaac Newton, por quien muestra una gran admiración y respeto. Voltaire
es el responsable de dar a conocer a Newton en Francia, donde en ese entonces
la autoridad incuestionable era la de René Descartes. Voltaire reconoce la
importancia de las aportaciones de su compatriota, en especial en el campo de
las matemáticas y la geometría analítica, pero advierte que la verdadera revolución
en el mundo de la filosofía estaba en la obra de Newton (en ese entonces, las
ciencias eran llamadas “filosofía natural” y a Newton se le consideraba otro
filósofo).
Newton había desbancado la
autoridad de Aristóteles y acertado allí donde el mismo Descartes se había
equivocado. Sus descubrimientos, pero sobre todo sus métodos empleados para
llegar a ellos, significaban un cambio cualitativo en la forma de acceder a
nuevos conocimientos.
Sus comentarios sobre otros dos
grandes ingleses, Francis Bacon y John Locke, son también de sumo interés,
además de que el estilo desenfadado e irreverente de Voltaire hace que leer sus
textos sea una delicia.
The principle of population
de Thomas Malthus
de Thomas Malthus
Este texto es interesante, menos
en sí mismo que por la forma en que ejemplifica el pensamiento de su época y en
general la evolución de las ideas conservadoras.
Malthus empieza con una
introducción muy centrada y sensata, en la que habla de las dos posturas
opuestas de su época: los defensores del orden actual de cosas que tratan a los
progresistas como soñadores que prometen una sociedad utópica, pero que sólo
llevarán a la destrucción del mundo civilizado; y los que abogan por la
perfectibilidad de la sociedad humana, que ven a los conservadores como
esclavos de los prejuicios más mezquinos y estrechos que defienden el injusto
sistema social sólo porque se benefician de él.
El autor advierte que tal
polarización sólo puede darse en detrimento de la verdad, pues lleva a las personas
a defender sus posturas a costa de las evidencias y a desestimar lo que sus
opositores tengan que decir aunque sean cosas muy sensatas.
Después de esta por demás
inteligente observación, Malthus afirma que él quisiera creer en la
perfectibilidad indefinida de la sociedad, pero que encuentra un obstáculo
insalvable. El argumento es ya muy
conocido por todos: la población humana crece geométricamente, mientras que la
producción de alimentos sólo crece aritméticamente. Desde el punto de vista de
Malthus, la humanidad está condenada a ciclos de prosperidad y crisis; la
pobreza y la miseria son males que pueden paliarse, pero no remediarse y
cualquier intento de hacerlo sólo empeorará las cosas.
Supongo que no se puede culpar al
autor por no prever los avances tecnológicos que han permitido la producción de
cada vez más y mejores alimentos. Se le puede acusar de ceguera por no considerar
los métodos anticonceptivos como una opción: él los llama simplemente vicios y opina
que de la atracción irremediable entre los sexos sólo pueden venir más y más
nacimientos. Tampoco pudo haberse imaginado que la mejora en la calidad de vida
en las sociedades conlleva una reducción en los índices de natalidad (se ve en
Europa y Nortamérica). Pero sí cae muy mal esa vieja postura capitalista de que
si se le da ayuda estatal a los pobres, gastarán su dinero en alcohol, se
abaratará su mano de obra y tendrá menos incentivos para trabajar por sí mismos
(nociones misántropas y clasistas que han quedado descartadas).
Así que lo importante de conocer
el pensamiento de Malthus es que en él se pueden ver rancios argumentos aún
esgrimidos por los conservadores; al conocerlos podemos deconstruirlos y
empezar a refutarlos. Además, este famoso ensayo de Malthus fue una de las
inspiraciones para la teoría evolutiva de Charles Darwin y es interesante
encontrar las conexiones.
Leer
An Essay on the Principle of Population
en inglés
Leer el ensayo completo en español (facsímil)
Leer el ensayo completo en español (facsímil)
No puedo dejar de mencionar los
tres ensayos sobre una federación de naciones y la esperanza de paz en Europa
que escribieron Dante Alighieri, Jean-Jacques Rousseau e Immanuel Kant. Cada
uno refleja la forma de pensar de su época y al leerlos de corrido se pueden
hallar tanto puntos de contraste como ejes en común. Dante toma como autoridad
los textos sagrados; Rousseau piensa en medidas a veces ambiguas y otras muy
puntuales, y Kant, como de costumbre, abstrae todo hasta dejarlo en conceptos
bastante complejos. Lo más interesante es ver la realización de estos ideales
en la conformación de la Unión Europea. Quizá a los europeos actuales les
vendría bien leerlos en estos tiempos de crisis.
Eso es todo por ahora, los dejo
con las recomendaciones esperando que les hayan animado a leer algunos de estos
textos para aprender y reflexionar. Saludos.
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1 comentario:
¡NO, Así no se vale!
Siguen aumentando los libros en lista y ni bien termino uno, ya me quiero apuntar otro.
Interesante artículo Ego, se nota que te han impactado.
Saludos
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